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Foto del escritorAlejandra Valdes C

Cuando el diablo se viste de ángel

Mi mamá siempre me enseñó que hay que seguir al corazón. Cuando me mudé a Alemania lo hice, seguí mi corazón. Pensé: ¿qué tan malo podría pasarme? Pues, no sabía a qué me iba a enfrentar.

Ya me habían pasado cosas difíciles porque no era la primera vez que me mudaba a otro país. Tuve la oportunidad de haber vivido sola en otros dos países. Creía saber qué era el amor propio, la independencia, estar sola y respeto hacia mi misma.


Para mis amigos yo era un ejemplo de mujer “empoderada” e “independiente”. Yo misma creía que sabía cómo defenderme pero también me pasó. Creí conocer al príncipe azul, pero no, era el diablo que se viste de ángel.

Los abusos empezaron con bromas en contra de mi físico y apariencia:

- ¿No te gustaría tener los ojos azules?

- Estás en mala forma, lo noto cuando haces ejercicio

- Qué fea tu pintura de uñas

-¿Te viste el pelo? Te ves ridícula


También se burló acerca de mi origen y mi cultura:

- Qué pena me da que vengas de ahí

- Sí tu país es tan bueno porque no vives ahí


A esto se sumó el menosprecio a mi trabajo:

-¿No te da pena tener un trabajo tan miserable?

-¿Para qué quieres hacer carrera? Estás muy vieja para eso

- ¿No te da vergüenza no tener un buen trabajo a esta edad?


Pero la situación no paró ahí, siguió y aumentó la intensidad de sus palabras hirientes. Comenzó a darme sobrenombres como: “putita” y bromas denigrantes que me hacían dudar si yo estaba loca o imaginaba cosas. Pero él decía: “¡ oh, sólo es una broma! ¿Por qué te pones tan seria?”

Después vinieron las amenazas de golpes: “¿crees que de un golpe te podría matar?” Según él siempre era en broma!


Entre bromas e ironías no me di ni cuenta, y me encontraba cada vez más sola, alejada de todos.

Tampoco me percaté que estaba durmiendo en un sillón en el mismo departamento que yo también pagaba. Comencé a sentir ataques de pánico que me hacían creer que me estaba volviendo loca, mientras él me decía: “sólo es idea tuya”. Terminé varias veces frente al balcón queriendo saltar creyendo que era la vida que me merecía. NO, no quería vivir más. Me quedé en silencio, tenía vergüenza de contarles lo que me estaba sucediendo a los demás. Él seguirá siendo el príncipe azul para las próximas víctimas que vengan hacía él. Yo desearía que nadie viera el monstruo que yo he visto”.


Si estás pasando por una situación similar no tengas miedo, busca apoyo.Tus verdaderos amigos NO TE VAN A JUZGAR. El maltrato psicológico y económico es más difícil de probar que el físico pero existe y NO ES culpa tuya. No te lo mereces. TODOS MERECEMOS AMAR Y SER AMADOS.




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